No olvidarse de la ética

ES POSIBLE que pocas personas no hayan copiado en el colegio. Y probablemente, muchos lo harían si el profesor en medio de un examen dejara solos a sus alumnos. De ahí el dicho “la ocasión hace al ladrón”. Existen experiencias en otros países en los que los alumnos, aunque estén solos, no copian. Una y otra conducta son propias de la naturaleza humana, pero en la segunda hay un actuar ético que se funda en la formación y compromiso con la verdad.

Es de alta prioridad formar al individuo como persona íntegra y educar a ciudadanos virtuosos, que luchen por obrar correctamente. No existe ningún Estado que pueda sobrevivir prescindiendo de la ética. Una sociedad, con individuos con la adecuada educación formativa, con instituciones transparentes y ejemplares sanciones, puede reducir sustancialmente el riesgo de corrupción.

Los graves hechos que hemos conocido respecto de un grupo de funcionarios de la PDI, indican que los controles no han funcionado adecuadamente y que, algunos de sus funcionarios, no tienen la preparación valórica e integridad indispensable para cumplir con sus funciones correctamente. Estamos hablando de personas que deben combatir a los delincuentes y que en vez de someterlos, sucumben ante ellos. Como sociedad, es imprescindible que reaccionemos con energía y prontitud para que nuestras instituciones, que siempre han sido muy valoradas y apreciadas, no pierdan credibilidad y la confianza de la sociedad.

En tal sentido, creo indispensable redoblar el apoyo al actuar de nuestras policías. Si no respaldamos su obrar en el control del orden público y en el mantenimiento de la seguridad interior, mal podremos después quejarnos de que ocurran situaciones como la que comentamos.

Mecanismos para prevenir la corrupción existen y éstos deben aplicarse y actualizarse en forma permanente, especialmente, tratándose de los funcionarios encargados del combate al crimen organizado.

A su vez, por medio de la transparencia y acceso a la información, es posible que la misma ciudadanía esté vigilante para que no ocurran hechos como los que se han denunciado en estos días. Para eso tenemos que perfeccionar nuestra institucionalidad dándole más transparencia, imponiendo sanciones más efectivas y formando ciudadanos más compenetrados con la honestidad y los valores cívicos.

Por ello, entre otras cosas, es necesario revisar los procedimientos de admisión de todos los funcionarios que ejercen labores públicas, hacerles una profunda formación en los valores cívicos y una evaluación psicológica que determine su aptitud para la función. Cada cierto período de tiempo, será necesario volver a repetir estos procedimientos a lo largo de toda la carrera funcionaria.

También es preciso apoyar y acompañar a quienes cumplen funciones de control y lucha contra el crimen, especialmente, tratándose de narcotráfico. No se les puede dejar solos, ya que de lo contrario, podrían sucumbir fácilmente a la tentación de pasar a integrar el bando contrario.

Es importante, asimismo, establecer un mecanismo de denuncias anónimas efectivo y eficiente, que no implique exposición indebida del denunciante. Elevar la probabilidad de ser denunciado, reduce la disposición a incurrir en un delito. Debemos hacer nuestros lemas como el de Nueva York: “Si ves algo di algo”.