Partidos políticos, llegó la hora de la transparencia.

Según la última Auditoría a la Democracia realizada por el Centro de Estudios Públicos (CEP), solamente 9% de los chilenos confían en los partidos políticos. Esta alarmante y lamentable cifra -que se ha mantenido en los últimos años- es una grave señal para los que estamos convencidos de que el sistema democrático representativo es la mejor forma de gobierno, siendo el único que permite que el ser humano alcance, en comunidad, un desarrollo más pleno.

Esta baja paulatina y creciente de confianza tiene múltiples causas y explicaciones pero, a nuestro juicio, uno de las más relevantes es la casi completa opacidad en que los partidos políticos operan en nuestro país. Como lo hemos señalado en otras oportunidades, su marco jurídico es absolutamente insuficiente e ineficiente (basta ver el proceso de recolección de firmas para su creación o para la postulación de candidatos).

Es por eso que, fuera de insistir en la necesidad de que nuestro Parlamento discuta y apruebe la postergada reforma a las leyes que regulan a los partidos políticos y el gasto electoral, Chile Transparente junto al centro de estudios Plural y el apoyo de la Fundación Konrad Adenauer y Avina, se encuentra desarrollando una metodología para la medición de los estándares mínimos de transparencia que todo partido político debiera tener y cumplir, usando para ello como marco referente, la reforma a la ley orgánica de partidos políticos que se presentó al Congreso y que establece ciertas obligaciones de transparencia activa a estas organizaciones.

Sin perjuicio de lo anterior, sostenemos que los partidos políticos no pueden ni deben seguir esperando que la ley se reforme o que la transparencia y el acceso a la información les sea obligatorio, entre otras muchas razones, porque ellos cumplen claramente un fin de carácter público que consiste nada menos en “contribuir al funcionamiento del régimen democrático constitucional y ejercer una legitima influencia en la conducción del Estado, para alcanzar el Bien Común y servir al interés nacional”.

Es por ello que -leyes más leyes menos- son los propios partidos y sus directivas quienes debieran, en forma autónoma e independiente, adoptar voluntariamente criterios de transparencia y probidad, incluyendo, entre otras materias, un programa temático y “coyuntural” que permita conocer sus posiciones oficiales en distintas materias; una desclasificación de sus fuentes de financiamiento; la estructura de su “gobierno corporativo” y la forma de elección de sus dirigentes y autoridades internas; la forma de resolver eventuales conflictos de interés del partido y sus miembros; sus relaciones con organizaciones y ONG´s -dentro y fuera de Chile-, la forma en que eligen a sus candidatos a cargos públicos, sean o no de elección popular, etcétera.

En tal sentido y como parte del estudio, junto con Plural hemos enviado una carta a todos los secretarios generales de las colectividades políticas con vigencia legal en nuestro país, en la que les damos a conocer la iniciativa y les solicitamos su máxima colaboración, de modo que nos permita proponer las mejores prácticas adaptadas a nuestra realidad, las que finalmente serán medidas a través de un índice de transparencia de partidos políticos.

Como Chile Transparente sabemos de la importancia que tiene la transparencia y la probidad para aumentar la confianza pública y la cohesión social, por lo que estamos convencidos que para salir de esta situación de extrema desconfianza, es indispensable fortalecer a los partidos políticos y para ello, es necesario que éstos adopten criterios mínimos de transparencia interna y externa. Aprovechándome de la fiebre mundialera, y como tenemos los “meniscos” debilitados, debemos apurar la recuperación (de la confianza) partiendo por ejercicios internos básicos para luego saltar a la cancha con ejercicios más complicados y extenuantes.