Transparencia ciudadana

 

Afortunadamente no hemos perdido la capacidad de indignarnos ante conductas reñidas con la probidad y la transparencia -sean legales o delito- en las que han incurrido empresas y autoridades públicas. Así se ha comprobado con los casos farmacias, La Polar, Caval y la evasión tributaria por parte de Penta y SQM a través del financiamiento irregular a las últimas campañas políticas, sólo por nombrar algunos. No queda más que aplaudir el repudio de la población a esos comportamientos.

Sin embargo, tenemos la convicción de que así como la ciudadanía tiene todo el derecho a indignarse con esas conductas, su comportamiento debe estar a la altura de sus exigencias. Ello no ocurrió cuando un grupo de personas sacaron provecho del error de una aerolínea comprando pasajes aéreos a costo cero, sabiendo que si bien no cometían un delito, transgredían cualquier código ético. El mismo presidente de la Corporación Nacional de Consumidores y Usuarios  criticó a quienes adquirieron gratis esos boletos abusando de la equivocación.

Para erradicar las prácticas corruptas, además de exigir a empresas y autoridades comportarse acorde a la ley y la ética, todo parte por los ciudadanos. Debemos evitar caer en la pillería de la que  algunos, de manera absurda, incluso se sienten orgullosos, y así construir una sociedad a la altura de los países desarrollados.